El contrato: ¿de qué hablamos cuando hablamos de contrato social?
El contrato: ¿de qué hablamos cuando hablamos de contrato social?
Los II Diálogos para el Día Después en Soria comenzaron con un diálogo entre Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social, y Miquel Roca, abogado y uno de los siete ponentes que redactaron la Constitución de 1978.
Los II Diálogos para el Día Después en Soria comenzaron con un diálogo entre Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social, y Miquel Roca, abogado y uno de los siete ponentes que redactaron la Constitución de 1978.
Roca comenzaba reflexionando acerca de la naturaleza del contrato social, poniendo el foco durante todo el diálogo en los grandes desequilibrios territoriales y sociales que existen en la actualidad y cómo afrontarlos. “Ya no hay soluciones fáciles para nada, la complejidad acompaña nuestro quehacer diario.” ¿Cómo hacer, entonces, que se redistribuya la riqueza, el reparto del poder y la gobernanza? En este contexto, donde se tiende a esquematizar estos problemas complejos a los que se enfrenta la humanidad, “el totalitarismo se alimenta del simplismo”. Tenemos la necesidad de construir un futuro donde libertad y bienestar se compaginen mejor, según él. Otro reto que señaló fue el de poner la actividad empresarial al servicio de lo social, lo cual resignificaría y legitimaría la búsqueda de la rentabilidad económica. Roca finalizó su intervención reforzando la idea del papel protagonista de cada persona dentro del contrato social y señalando que el reto fundamental está en lograrlo manteniendo los derechos y libertades que garantizan las democracias.
Necesitamos sumar muchos esfuerzos, visiones, y poner en valor que este nuevo contrato social tiene que superar la desigualdad reconociendo y amparando la diferencia.
– Miquel Roca
Costas, por su parte, continuó la reflexión de Roca con otra pregunta: en este escenario de resentimiento social, “¿qué es lo que hace que una sociedad liberal con economía de mercado funcione armoniosamente, produzca progreso económico y social y prevenga a la democracia de caer?”, a lo que él mismo respondió: “un pegamento”. Se refería al contrato social, un “pegamento invisible”. Esta armonía social se explica de dos maneras, continuó: los economistas neoclásicos “dejan hacer” a los mercados y a la sociedad, permitiendo que la prosperidad venga con la inercia del funcionamiento de esta estructura; la filosofía moral y política da una respuesta desde el “lo que nos debemos los unos a los otros”. Costas enfatizó así el carácter filosófico y moral del contrato social, agregado a las dimensiones empresarial y económica en las que se centraba Roca. Además señaló la necesidad de hacer coaliciones para lograr hacer frente a los que, en su punto de vista, son los dos grandes desafíos que afronta el capitalismo en general y las sociedades hoy en día: la inclusión, que de no darse “rompe la sostenibilidad de las ciudades”, y el cambio climático, que rompe “el medio físico en el que hemos construido nuestra civilización”.
La desigualdad extrema disuelve el pegamento del contrato social.
– Antón Costas
El diálogo entre ambos comenzó con la pregunta que Costas lanzó a Roca: “¿cómo construimos nuevos y buenos empleos?”, a lo que Roca respondió que, más allá de que será un “proceso lento, donde todas las piezas tienen que caer en su sitio”, es “un tema político, no de mercados”. De nuevo, Roca insistió en el papel de las instituciones y rechazó el papel de la espontaneidad como pieza fundamental en la construcción de empleo. En el ejemplo de los Pactos de la Moncloa, en los que Roca estuvo presente, Costas reflexionó acerca de las circunstancias que permiten que podamos llegar a acuerdos. “La tentación muy humana es pensar que todo puede ir a peor, pero hay una forma diferente de verlo: es pensar que lo malo puede traer lo bueno. Las crisis traen a mi juicio un momento de oportunidad para construir algo mejor”. Ambos coincidieron en que, sin ninguna duda, tenemos que confiar en nuestra capacidad para construir algo nuevo y mejor a partir de cualquier momento que permita el cambio, como la crisis climática y social en la que nos encontramos.
La política no está reñida con la sensatez, aunque a veces pueda parecerlo.
– Miquel Roca
El segundo diálogo ha estado protagonizado por Sara de la Rica, directora de la Fundación ISEAK, y Lucía Velasco, investigadora del Instituto Europeo de Florencia. De la Rica comenzó con la concepción de “empleo” como termómetro para medir el bienestar social, objeto de estudio de la Fundación ISEAK, y definió tres retos en torno a los cuales se estructuraría el diálogo: el demográfico, el tecnológico y el climático, que se trató de manera transversal.
En cuanto al reto demográfico, señaló que España sobresale, aunque como es bien sabido la población está envejecida. De aquí, extrae la conclusión de que la tensión generacional crecerá cuando los mayores se jubilen y los jóvenes sean pocos y tengan que sostener el estado de bienestar y las pensiones. Velasco matizó: “no comparto la competición en los términos, la competición entre generaciones”. Ella abogó por incorporar una “cuarta edad”, debido al incremento de la esperanza de vida, y también puso el foco en la creación de políticas de natalidad y conciliación laboral para las mujeres y la población migrante, que “se hace a través del mercado laboral y la vivienda”. Sin embargo, en la opinión de De la Rica, las mujeres “hemos optado por tener menos hijos” y cree que es una tendencia que va a continuar “por muchas políticas atractivas que se hagan”.
Hoy en día es más fácil hacer caso a las necesidades de las personas mayores que a las de las jóvenes. Los mayores son muchos y dan muchos votos; las personas jóvenes son pocas y están muy ocupadas, tienen menos tendencia a “moverse”.
– Sara de la Rica
Siguiendo con el reto tecnológico, Velasco se cuestionaba la independencia de la automatización y la revolución digital: “Se dice “aprovecha esta oportunidad, todo depende de ti”, pero todo el mundo sabe que este país tiene un salario medio de 20.000 euros, así que está claro que no todo depende de ti”. Se preguntaba si la solución no pasaría por la regulación de la automatización para evitar por ejemplo la pérdida de empleos, de nuevo introduciendo la perspectiva de género. De la Rica continuaba esta reflexión rompiendo con esa profecía autocumplida y referenciando la conversación anterior entre Costas y Roca: “Todo dependerá de la decisión de las políticas públicas. La participación de las instituciones es fundamental en lo que vayan a ser nuestras sociedades”. El reto, según ella, es que los servicios públicos de empleo, empresas y demás actores, colaboren para relocalizar en nuevos empleos a esas personas que “siempre, permanentemente, quedarán fuera” en esta tendencia imparable a la tecnologización.
Por último, se habló del reto democrático, de los consensos que tienen que construir el nuevo contrato social. “No que decidan unos pocos en unos despachos, sino que sea algo social”, añadía Velasco. “Hay una parte de la sociedad que está muy quemada. Tenemos trabajo, y es muy urgente”, finalizaba De la Rica.
La infelicidad no para de crecer (…). Vivimos en una especie de ilusión meritocrática en la que aceptamos que, si todo el mundo quiere, puede. Y esto está causando muchísimo daño.
– Lucía Velasco
Roca comenzaba reflexionando acerca de la naturaleza del contrato social, poniendo el foco durante todo el diálogo en los grandes desequilibrios territoriales y sociales que existen en la actualidad y cómo afrontarlos. “Ya no hay soluciones fáciles para nada, la complejidad acompaña nuestro quehacer diario.” ¿Cómo hacer, entonces, que se redistribuya la riqueza, el reparto del poder y la gobernanza? En este contexto, donde se tiende a esquematizar estos problemas complejos a los que se enfrenta la humanidad, “el totalitarismo se alimenta del simplismo”. Tenemos la necesidad de construir un futuro donde libertad y bienestar se compaginen mejor, según él. Otro reto que señaló fue el de poner la actividad empresarial al servicio de lo social, lo cual resignificaría y legitimaría la búsqueda de la rentabilidad económica. Roca finalizó su intervención reforzando la idea del papel protagonista de cada persona dentro del contrato social y señalando que el reto fundamental está en lograrlo manteniendo los derechos y libertades que garantizan las democracias.
Necesitamos sumar muchos esfuerzos, visiones, y poner en valor que este nuevo contrato social tiene que superar la desigualdad reconociendo y amparando la diferencia.
– Miquel Roca
Costas, por su parte, continuó la reflexión de Roca con otra pregunta: en este escenario de resentimiento social, “¿qué es lo que hace que una sociedad liberal con economía de mercado funcione armoniosamente, produzca progreso económico y social y prevenga a la democracia de caer?”, a lo que él mismo respondió: “un pegamento”. Se refería al contrato social, un “pegamento invisible”. Esta armonía social se explica de dos maneras, continuó: los economistas neoclásicos “dejan hacer” a los mercados y a la sociedad, permitiendo que la prosperidad venga con la inercia del funcionamiento de esta estructura; la filosofía moral y política da una respuesta desde el “lo que nos debemos los unos a los otros”. Costas enfatizó así el carácter filosófico y moral del contrato social, agregado a las dimensiones empresarial y económica en las que se centraba Roca. Además señaló la necesidad de hacer coaliciones para lograr hacer frente a los que, en su punto de vista, son los dos grandes desafíos que afronta el capitalismo en general y las sociedades hoy en día: la inclusión, que de no darse “rompe la sostenibilidad de las ciudades”, y el cambio climático, que rompe “el medio físico en el que hemos construido nuestra civilización”.
La desigualdad extrema disuelve el pegamento del contrato social.
– Antón Costas
El diálogo entre ambos comenzó con la pregunta que Costas lanzó a Roca: “¿cómo construimos nuevos y buenos empleos?”, a lo que Roca respondió que, más allá de que será un “proceso lento, donde todas las piezas tienen que caer en su sitio”, es “un tema político, no de mercados”. De nuevo, Roca insistió en el papel de las instituciones y rechazó el papel de la espontaneidad como pieza fundamental en la construcción de empleo. En el ejemplo de los Pactos de la Moncloa, en los que Roca estuvo presente, Costas reflexionó acerca de las circunstancias que permiten que podamos llegar a acuerdos. “La tentación muy humana es pensar que todo puede ir a peor, pero hay una forma diferente de verlo: es pensar que lo malo puede traer lo bueno. Las crisis traen a mi juicio un momento de oportunidad para construir algo mejor”. Ambos coincidieron en que, sin ninguna duda, tenemos que confiar en nuestra capacidad para construir algo nuevo y mejor a partir de cualquier momento que permita el cambio, como la crisis climática y social en la que nos encontramos.
La política no está reñida con la sensatez, aunque a veces pueda parecerlo.
– Miquel Roca
El segundo diálogo ha estado protagonizado por Sara de la Rica, directora de la Fundación ISEAK, y Lucía Velasco, investigadora del Instituto Europeo de Florencia. De la Rica comenzó con la concepción de “empleo” como termómetro para medir el bienestar social, objeto de estudio de la Fundación ISEAK, y definió tres retos en torno a los cuales se estructuraría el diálogo: el demográfico, el tecnológico y el climático, que se trató de manera transversal.
En cuanto al reto demográfico, señaló que España sobresale, aunque como es bien sabido la población está envejecida. De aquí, extrae la conclusión de que la tensión generacional crecerá cuando los mayores se jubilen y los jóvenes sean pocos y tengan que sostener el estado de bienestar y las pensiones. Velasco matizó: “no comparto la competición en los términos, la competición entre generaciones”. Ella abogó por incorporar una “cuarta edad”, debido al incremento de la esperanza de vida, y también puso el foco en la creación de políticas de natalidad y conciliación laboral para las mujeres y la población migrante, que “se hace a través del mercado laboral y la vivienda”. Sin embargo, en la opinión de De la Rica, las mujeres “hemos optado por tener menos hijos” y cree que es una tendencia que va a continuar “por muchas políticas atractivas que se hagan”.
Hoy en día es más fácil hacer caso a las necesidades de las personas mayores que a las de las jóvenes. Los mayores son muchos y dan muchos votos; las personas jóvenes son pocas y están muy ocupadas, tienen menos tendencia a “moverse”.
– Sara de la Rica
Siguiendo con el reto tecnológico, Velasco se cuestionaba la independencia de la automatización y la revolución digital: “Se dice “aprovecha esta oportunidad, todo depende de ti”, pero todo el mundo sabe que este país tiene un salario medio de 20.000 euros, así que está claro que no todo depende de ti”. Se preguntaba si la solución no pasaría por la regulación de la automatización para evitar por ejemplo la pérdida de empleos, de nuevo introduciendo la perspectiva de género. De la Rica continuaba esta reflexión rompiendo con esa profecía autocumplida y referenciando la conversación anterior entre Costas y Roca: “Todo dependerá de la decisión de las políticas públicas. La participación de las instituciones es fundamental en lo que vayan a ser nuestras sociedades”. El reto, según ella, es que los servicios públicos de empleo, empresas y demás actores, colaboren para relocalizar en nuevos empleos a esas personas que “siempre, permanentemente, quedarán fuera” en esta tendencia imparable a la tecnologización.
Por último, se habló del reto democrático, de los consensos que tienen que construir el nuevo contrato social. “No que decidan unos pocos en unos despachos, sino que sea algo social”, añadía Velasco. “Hay una parte de la sociedad que está muy quemada. Tenemos trabajo, y es muy urgente”, finalizaba De la Rica.
La infelicidad no para de crecer (…). Vivimos en una especie de ilusión meritocrática en la que aceptamos que, si todo el mundo quiere, puede. Y esto está causando muchísimo daño.
– Lucía Velasco