El desafío de la nueva movilidad post-Covid

por Fernando Fernández Monge

La covid-19 nos enfrenta de forma colectiva a una situación inédita y, para darle una respuesta, es necesario un diálogo permanente. El escritor Pedro Bravo moderó el Ágora de El Día Después celebrada el pasado 30 de junio, generando precisamente un espacio de diálogo y reflexión en común sobre los desafíos de la nueva movilidad provocados por la pandemia.

Antonio Lucio, profesor de Movilidad y Estrategias urbanas en la Escuela de Organización Industrial, y Carolyn Daher, coordinadora de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medioambiente y Salud de ISGlobal, abrieron el evento explicando la dimensión del reto y la necesidad de no volver a los peores escenarios previos a la pandemia. 

Ambos señalaron la necesidad de tener un discurso menos polarizado, tendencia global que también se ha trasladado al ámbito de la movilidad. Demonizar y contraponer modos de transporte no ayudará a imaginar un modelo mejor.

Esa necesidad es aún más urgente ya que, tras la devastadora crisis sanitaria, la covid-19 nos ha obligado a distanciarnos físicamente, a reducir nuestra movilidad y a encerrarnos en nuestros hogares, provocando una crisis profunda en la movilidad urbana, con un impacto especialmente severo en lo que es de todos, el transporte público.

Aunque nos ha encerrado en nuestros hogares, la pandemia también ha abierto una ventana de oportunidad para la movilidad urbana. Un momento, como decía Jordi Peris, coordinador general d’Estratègies Urbanes i Agenda Sostenible de Valencia, en el que se rompen las inercias y se aceleran los procesos de cambio. 

En el evento se destacaron tres elementos de este momento disruptivo que estamos viviendo: el qué, el cuándo y el cómo.

El qué

La pandemia nos ha obligado a cambiar nuestros patrones de movilidad, modificando algunas tendencias en empresas. Asier Arriaga, del despacho de abogados Uría Menéndez, explicaba el aumento del teletrabajo y la flexibilidad horaria como un resultado evidente de la pandemia. El director de la fundación RACC, Lluis Puerto, señaló la aceleración de transformaciones que ya se estaban dando antes de marzo, como la electrificación del transporte.

En este contexto, Esaú Acosta, del Vivero de Iniciativas Ciudadanas, cree que se abre la posibilidad de convertir la movilidad en más saludable, sostenible y equitativa. Para ello, es preciso repensar la movilidad desde la perspectiva de las personas y, en particular, de aquellos colectivos que generalmente han sido olvidados por los planificadores, como son las mujeres y los niños. 

La excepcionalidad que hemos vivido nos puede ayudar a ello, señalando carencias antes ocultas o beneficios – como el aire limpio o la recuperación del espacio público – no disfrutados. Por ejemplo, Marta Serrano, de Mujeres en Movimiento, explicaba cómo la pandemia ha demostrado que las actividades esenciales, las actividades de cercanía – generalmente realizadas por mujeres y acompañadas de niños o personas mayores – están fuera de esa planificación del transporte. Una planificación centrada en trayectos casa-trabajo y trabajo-casa (un enfoque lineal) y no una movilidad con más etapas propia de los cuidados: recogida a menores del colegio de vuelta a la casa, o paradas y trayectos para realizar la compra o cuidar de persona mayores a cargo.

La buena noticia es que hay propuestas para hacer realidad esa nueva movilidad. El profesor y urbanista Carlos Moreno, creador del concepto “ciudad de 15 minutos”, explicó cómo esta idea implica establecer una nueva relación entre espacio y tiempo (cronourbanismo), generando espacios multiusos que rompan la segmentación funcional (cronotopía), y creando una historia de vínculos sentimentales con los lugares y los barrios (topofilia).

En algunas ciudades como Valencia ya se han realizado acciones de urbanismo táctico para recuperar el espacio público. Estas acciones permiten experimentar, aprender, equivocarse y ajustar actuaciones. En Madrid también se han lanzado iniciativas, como los carriles de bici provisionales. 

Lo importante, como quedó claro en el debate, es que estas acciones tengan vocación de permanencia, pero también que no se queden en acciones aisladas e improvisadas. Para ello, María Eugenia López Lamas del centro TRANSyT de la Universidad Politécnica de Madrid, defendió que la tecnología y la recogida de datos pueden ayudar a entender el impacto y potencial de estas acciones, e integrarlas en una visión más estratégica de una nueva movilidad.

Todas estas acciones han de ir acompañadas por acciones de comunicación. En el caso del transporte público, el investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona, Oriol Marquet, señaló el miedo que se ha expandido como resultado de determinados mensajes no siempre refrendados por la evidencia empírica. Pedro Bravo defendió la importancia de poner en valor lo común, frente a la imperante narrativa individualista y basada en el miedo. 

Panelistas el desafío de la nueva movilidad
El cuándo

Si entre los asistentes hubo convergencia sobre el qué, el consenso fue aún mayor sobre el cuándo. El momento es ahora. Porque es ahora cuando hay que dar respuesta a retos actuales, pero sin perder de vista otros que ya existían antes de la pandemia.

En palabras de Gaspar Llanes, coordinador del Plan Estratégico Sevilla 2030 del Ayuntamiento de esta ciudad, “en los próximos 20 meses nos jugamos el futuro de los próximos 20 años”. Esta conexión entre el corto y el largo plazo en la importancia del ahora está en la esencia de El Día Después, porque, como ya señalara Rebeca Grynspan en un Ágora anterior, “el corto plazo y el largo plazo tienen algo en común: ambos comienzan ahora”.

 

El cómo

El qué y el cuándo están claros, pero eso no convierte al reto de la nueva movilidad en más sencillo. Al contrario, es evidente que ningún actor podrá resolverlo sin colaborar con otros.

Por eso, como explicaron Lola Ortiz y Xavier Sanyer, las iniciativas de Madrid y del área metropolitana de Barcelona para laminar la demanda del transporte público de manera conjunta con administraciones públicas, empresas, universidades y organizaciones sociales son tan importantes, como ejemplos de ese esfuerzo colectivo. Los retos pueden ser una fuente clave para desatar las capacidades de colaboración e innovación latente en las ciudades.

Colaborar, sin embargo, requiere de mucho trabajo y de la generación de los espacios necesarios para invertir, dar forma, e incubar esas capacidades y proyectos colaborativos. Es con ese objetivo con el que nació El Día Después, y el Ágora del pasado 30 de junio, con esa diversidad de actores y de iniciativas, que fueron fiel reflejo del potencial de la colaboración para salir de esta crisis con una movilidad más saludable, sostenible y equitativa.

Write a comment