La salud del debate público

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¿Existe realmente espacio para la conversación sosegada en la sociedad actual? ¿Qué papel juega y cómo se integra el debate político en esa gran conversación pública? ¿cómo podría mejorarse la salud del debate público?

Para abordar estas y otras preguntas, los ‘Diálogos para el día después’ celebrados en Soria del 5 al 7 de julio de 2021 organizaron en su segunda jornada una conversación en torno a ‘La salud del debate público’.

Moderados por la socióloga y politóloga Cristina Monge, los ex políticos Eduardo Madina, Juan Luis Ayllón y Carles Campuzano, y la profesora de la UPM y columnista de El País Máriam Martínez-Bascuñán, compartieron puntos de vista y comprobaron, tal y como expuso Cristina Monge al final de la sesión, que “en apenas dos horas han sido capaces de poner sobre la mesa más elementos de los que tienen en común de los que les separan” pero también que “para avanzar como sociedad y como democracia es fundamental profundizar y debatir sobre aquello en lo que tenemos discrepancias”.

Debate público y espacio compartido

La conversación se inició con un diagnóstico conjunto sobre el estado de salud del debate público. Todos los participantes coincidieron en su visión del mismo como algo mucho más amplio que el debate político: Se trata, en palabras de Eduardo Madina, de un conjunto de “micro conversaciones que construyen una macro conversación nacional crítica”. Un espacio que puede estar en peligro por la influencia que ejerce sobre él la actual polarización del debate político y su dinámica de bloques, que impide llegar a acuerdos.

El debate público lo conforman un conjunto de micro conversaciones que construyen una macro conversación nacional crítica

Eduardo Madina

En este sentido, Máriam Martínez-Bascuñán recordó la definición habermasiana del espacio público de debate como “el espacio compartido donde se negocia el futuro de la sociedad” y expuso su preocupación por la pérdida de esos espacios compartidos que ha traído consigo una dinámica de tribalismo moral, reforzada con la llegada de nuevos partidos políticos, que encierra a los ciudadanos en burbujas cognitivas donde no hay espacio para la opinión contraria.

Un escenario que, en el terreno de la política, dificulta el necesario consenso, al que José Luis Ayllón calificó de “una aventura que no es fácil”. A ello se suman los efectos de la globalización y la revolución tecnológica que, al generar una hiperfragmentación del espacio y tiempo compartidos, han transformado la realidad humana.

En el caso de la juventud, además, su alejamiento de los modelos comunicativos de los medios de comunicación tradicionales supone un elemento más de alejamiento generacional.

Ante todo ello, ¿cómo tejer de nuevo ese espacio compartido desde el que construir un futuro común?

La respuesta pasa por fortalecer la democracia ya que es el marco que debe permitir canalizar el conflicto político, social o económico inherente a cualquier sociedad, por el mero hecho de estar formada por personas con ideas, valores e intereses diferentes.  Se trata de fortalecer espacios de encuentro alejados del ruido y con la sociedad civil como eje vertebrador. En palabras de Carles Campuzano, “necesitamos sociedad civil independiente y espacios transversales de discusión”.

Necesitamos sociedad civil independiente y espacios transversales de discusión.

Carles Campuzano

La democracia como marco vertebrador del diálogo

La capacidad de la democracia para resolver conflictos fue uno de los temas que mayores disensos generó entre los participantes. Mientras unos consideran que la democracia actúa, aun cuando parece que no lo está haciendo, pero necesita tiempo, o que la constitución del 78 ha asimilado los grandes cambios que se han producido en nuestro país en los últimos años – relevos generacionales en los partidos, cambio en la jefatura del Estado, aparición de nuevos partidos, etc. – y ha permitido avances sociales importantes en la última legislatura como la ley de eutanasia, la ley para personas trans o el escudo social puesto en marcha a raíz de la pandemia, otros observan un debilitamiento del sistema democrático español ejemplificado en su incapacidad para canalizar por la vía democrática y política las demandas de una parte de la sociedad catalana.

Sí hubo consenso en considerar el sistema democrático como el mejor marco posible para construir el espacio común necesario para negociar el futuro.

Uno de los más peligrosos no-progresos es el territorial. Que la realidad de los territorios desaparezca del catálogo de problemas.

José Luis Ayllón

La conversación giró también en torno al territorio y al excesivo protagonismo que, en opinión de todos los participantes, han adquirido Madrid y Barcelona, y particularmente su confrontación, en detrimento de otros territorios, que ven como su realidad parece no existir. En palabras de José Luis Ayllón, «uno de los más peligrosos no-progresos es el territorial. Que [la realidad de los territorios] desaparezca del catálogo de problemas.”

Se trata de un problema que afecta a los medios de comunicación y también al debate político, y que amenaza con generar en los ciudadanos del resto de comunidades una desconexión de difícil vuelta atrás.

¿Cómo mejorar la salud del debate público?

Para terminar, Cristina Monge invitó a los participantes a compartir sus propuestas para mejorar la salud del debate público. Eduardo Madina señaló la necesidad de que España sea capaz de definir un proyecto de país y lo haga a través del consenso, e incidió en el envejecimiento como uno de los problemas más graves de nuestro país en la actualidad. José Luis Ayllón hizo hincapié en la necesidad de afrontar los populismos y de consensuar un marco de actuación común a las distintas fuerzas políticas. Como principales problemas actuales del país señaló dos: generación (dar respuesta a las inquietudes y necesidades de los jóvenes) y territorio. Máriam Martínez-Bascuñán puso el acento en su visión positiva y esperanzada del tiempo actual, resaltando entre otros aspectos la fortaleza de nuestra pertenencia a Europa, e hizo un llamamiento a la búsqueda del espacio común como prioridad. Por último, Carles Campuzano señaló como propuestas para mejorar la salud del debate público la calidad de los liderazgos, el refuerzo de una cultura cívica compartida que es responsabilidad de la sociedad civil y el reconocimiento de la diferencia.

Para avanzar como sociedad y como democracia es fundamental profundizar y debatir sobre aquello en lo que tenemos discrepancias.

Cristina Monge

Las aportaciones del público giraron en torno al peligro que suponen los retrocesos en aspectos como la política europea de migraciones o el avance de los populismos; el error de insistir en equiparar debate público a debate político; el cansancio que genera la omnipresencia de la confrontación Madrid-Cataluña o la falta de atención a las necesidades de los jóvenes y su consiguiente desapego del espacio público.

Resumen del diálogo «La salud del debate público»
Vídeo completo de la sesión del 6 de julio de 2021
Ponentes
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