El pasado 16 de febrero, desde la comunidad de «Transformación de las ciudades» de El Día Después organizamos un taller multiactor con el objetivo de identificar qué oportunidades y barreras existen a día de hoy para generar un impulso mucho más decidido de las comunidades energéticas.
Además de ayuntamientos pertenecientes a la comunidad, en el taller participaron representantes de empresas privadas, cooperativas, de la academia y otros actores del ecosistema energético, lo que permitió compartir una visión global sobre las comunidades energéticas, dónde están y cómo podemos contribuir a acelerarlas para alcanzar la agenda y compromisos globales expuestos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.

Por qué las comunidades energéticas y por qué ahora
Sabemos que no es posible lograr el ambicioso objetivo de descarbonizar la economía y las ciudades solo con avances tecnológicos: la participación ciudadana es crucial.
En el modelo de las comunidades energéticas, se pone a la ciudadanía en el centro de la transición energética, y esta deja de ser consumidora pasiva, convirtiéndose en agente de cambio. Además, las comunidades energéticas representan también un nicho para la generación de empleo local de calidad y contribuir a la recuperación económica en la época post Covid-19.
Pero las ventajas potenciales de una amplia difusión de comunidades energéticas en España (y no solo) van más allá de la generación de empleos: permitirían avanzar hacia un sistema eléctrico 100% renovable, propiciando un ahorro en costes y acelerando la reducción de emisiones de España; fomentarían la eficiencia energética; reducirían la vulnerabilidad y la pobreza energética; y finalmente, poniendo al ciudadano y ciudadana en el centro del sistema eléctrico como prosumidores, generaría una mayor concienciación climática en la sociedad.
Entonces… ¿Cuáles son los obstáculos?
Como en cualquier propuesta que implique un cambio de paradigma, la lista de obstáculos resulta ser muy amplia. Entre otros, afloraron impedimentos como las limitaciones de una normativa diseñada alrededor de un modelo centralizado de producción; la falta de fórmulas jurídicas que respondan adecuadamente al concepto de comunidad energética; la falta de personal formado en este tipo de tecnologías renovables y en gestión; o la necesidad de innovación financiera (colaboraciones público-privado-sociales) para incentivar a la ciudadanía.
Pero también se pusieron de manifiesto algunas experiencias inspiradoras, como los dos proyectos piloto puestos en marcha por la ciudad de Valencia o la Hacendera Solar de Castilfrio de la Sierra, en Soria.
Administraciones locales, formación y pedagogía son claves, más que la tecnología
Una de las principales conclusiones fue el rol de los ayuntamientos como motor del cambio. Las administraciones locales juegan un papel clave en la facilitación y la dinamización de los procesos que se necesitan para impulsar comunidades energéticas en su territorio (tanto en ámbito urbano como rural). Pero además, también pueden ejercer un rol pedagógico fundamental acompañando a la ciudadanía en la transición de su rol, de consumidor a prosumidor, y aclarando los beneficios ambientales de estos nuevos modelos energéticos, además de los beneficios fiscales, de gastos, retorno, etc.
Por ejemplo, la creación de oficinas públicas de gestión energética puede facilitar las labores de sensibilización, formación y asesoramiento, además de facilitar el acceso a instrumentos de financiación y gestión. Además, el rol de los ayuntamientos en esta fase puede ser clave en poner a disposición capital público -según las zonas- para abordar la pobreza energética.
Otra de las conclusiones fue la urgencia de capacitar a los nuevos perfiles profesionales que serán necesarios… Y la oportunidad de conectar estos nichos de empleo con estratos de población más vulnerables y personas en riesgo de exclusión social de las propias comunidades. Además de contribuir a solucionar un problema socio-económico, la capacitación de personas arraigadas en las comunidades es clave para generar confianza, dado que para la mayoría de la ciudadanía es un sector tradicionalmente complejo y opaco.
Hay que invertir más en pedagogía que en silicio o calderas
Es necesario generar la comunidad humana antes que la comunidad energética
El uso de las tecnologías no será suficiente para revertir la escasa confianza en el sector energético, por lo que el trato humano se hace imprescindible
Esta actividad se enmarcó en el lanzamiento de la convocatoria de expresiones de interés de parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), que tiene el fin de recabar propuestas e información que faciliten la definición y concreción de las líneas de actuación en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).