La segunda jornada de los ‘Diálogos para el día después’, celebrados en Soria del 5 al 7 de julio de 2021 acogió una conversación sobre las reformas más urgentes que necesitamos para generar un nuevo contrato social que sirva para luchar contra la desigualdad.
Para ello, hemos contado con Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social; Agustín Delgado, director de Innovación y Sostenibilidad de Iberdrola; Chema Vera, exCEO de Oxfam Intermón; Fátima Báñez, presidenta de la Fundación CEOE; y la moderación de Gregori Cascante, CEO de Ingeus/Daleph.

Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social
Desde hace un par de décadas la discusión entre grandes modelos económicos ha desaparecido, porque ahora el sistema dominante es el capitalismo liberal meritocrático, no hay un debate real.
Pero este sistema ha generado cuotas de desigualdad excesivas, que cuestionan la sostenibilidad de las democracias liberales. Por tanto, estamos ante un sistema que ha dejado de funcionar en beneficio de todos.
Estamos ante una desigualdad de oportunidades, ante la percepción de muchas personas de que carecen de oportunidades de mejora. Así, queda cuestionado el núcleo moral de este sistema socioeconómico: La promesa de ser capaz de generar oportunidades para todos, especialmente para quien más lo necesita.
Se sabe muy poco del impacto de grandes pandemias en la evolución a medio y largo plazo de la economía social y la política democrática. Las crisis y recuperaciones pandémicas no se comportan igual que las financieras, propias del capitalismo.
En una crisis normal, la estrategia de salida es resistir y recuperarse, en la pandemia se añade otra: Reinventarse o transformarse. El gran temor es que la recuperación en términos de variables macroeconómicas, en el caso de España, va a ser la más fuerte de los países occidentales, pero va a dejar cicatrices muy fuertes en la sociedad.
¿Cómo conseguimos abordar el problema de distribución del capitalismo?
Hoy en día hay en nuestras sociedades cuatro grandes modos de buscar la prosperidad: Mediante mercados libres; mediante proteccionismo y nacionalismo; mediante redistribución de la renta o distribución en el momento de generación de la riqueza; y mediante la “predistribución”, es decir, invertir en justicia social.
La pandemia ha tenido una cierta capacidad de dividir el siglo XXI en un antes y un después. Ahora es el momento de impulsar un contrato social que tiene que ser nuevo actuando más en la predistribución, y menos en la redistribución (salvo en el caso de las corporaciones).
Este sistema ha generado cuotas de desigualdad excesivas, que cuestionan la sostenibilidad de las democracias liberales
Antón Costas
Fátima Báñez, presidenta de la Fundación CEOE
Europa, parte privilegiada del mundo, tiene un modelo de economía social de mercado, adaptable, flexible para abordar desafíos y retos, que combina el libre mercado para un crecimiento en un mercado global competitivo con la justicia y la cohesión social.
Por tanto, el sistema permite la transición hacia una economía más sostenible y digital.
La encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco lanza un mensaje de esperanza basado en el humanismo y la cultura europea, que pone a las personas en el centro de la acción.
La Organización Internacional del Trabajo ha puesto encima de la mesa algunas cuestiones como la importancia de proteger empleos, mantener empresas y mantener rentas; y construir, desde el marco del diálogo social, la equidad.
Buena parte de la desigualdad (80%) es imputable a la pérdida de empleo, según las instancias internacionales. El Papa dice que las rentas directas son soluciones temporales y la dignidad asociada a un trabajo es irrenunciable, cuando esto no sucede la confianza se rompe.
El humanismo europeo hace centrar las decisiones en las personas, antes incluso de la pandemia se habló mucho del pilar social europeo, que pone a las personas en el centro y ya tiene un plan de acción (Plan Europeo 2030) para solventar las carencias y a los “perdedores” de este modelo social de mercado.
El modelo de economía social de mercado europeo permitirá la transición hacia una economía más sostenible y digital.
Fátima Báñez
Agustín Delgado, director de Innovación y Sostenibilidad de Iberdrola
Antes de la pandemia, la Agenda 2030 ya abordaba los límites del crecimiento y dotaba de protagonismo a las empresas para que formaran parte de la solución.
En Iberdrola, hemos fijado dos objetivos fundamentales: El cambio climático, y la energía limpia y accesible para todos.
Intentamos que los retos se conviertan en oportunidad, encontrando un vector de crecimiento económico y social.
El sector energético pedía cambiar, no era ambientalmente sostenible, pero tampoco desde la perspectiva de la competitividad. Gracias a la tecnología como herramienta y a una labor de investigación constante, se dispone de herramientas para que, en 2030, el 70% de la energía sea renovable y el 75% libre de emisiones.
La pandemia es la oportunidad de acelerar la transformación sin dejar a nadie atrás.
El sector energético dispone de herramientas para que, en 2030, el 70% de la energía sea renovable y el 75% libre de emisiones.
Agustín Delgado
Chema Vera, exCEO de Oxfam Intermón
La desigualdad ha estado creciendo en las últimas décadas en la mayoría de los países, y más que entre países dentro de los propios países, para hacerse sistémica o estructural.
En la pandemia la desigualdad crecerá, quizá menos donde se han podido hacer algo, lo que profundizará la desigualdad entre los países. El desequilibrio en el acceso supondrá un impacto en la salud y la recuperación económica entre regiones y entre países.
Hay un fuerte contraste entre los empleos perdidos y el aumento de la pobreza extrema, y los extraordinarios beneficios de los multimillonarios (que durante la crisis han aumentado en 500.000), y que refuerza el componente sistémico de la desigualdad.
Hay que actuar sobre los salarios, ahondar en las brechas salariales (de género, de máximos y mínimos o, incluso, dentro de una misma cadena de valor).
También hay que actuar en el ámbito fiscal, este es buen momento para abordar una reforma de fondo. El impuesto del 15% a las multinacionales no es suficiente, se queda corto, porque quedan fuera sectores como el extractivo, que apenas van a recaudar.
Hay un fuerte contraste entre los empleos perdidos y el aumento de la pobreza extrema, y los extraordinarios beneficios de los multimillonarios
Chema Vera

Resumen / Ideas principales
Las reformas más urgentes que se han planteado son las que conducen a un nuevo contrato social para la lucha contra la desigualdad. Su cronificación, carácter sistémico y profundización ante las crisis plantea una emergencia tan grave como la climática y que debería a abordarse como tal, aunque no se perciba así.
El sistema económico capitalista ahora mismo no tiene un contrarrelato en un sistema alternativo, pero ha dejado cada vez a más gente en los márgenes, fuera de un espacio intermedio de seguridad donde debe forjarse ese contrato social.
El contrato socia debe trascender la redistribución por una predistribución (familias, políticas para apoyo en 0-3 años, mujeres…), la justicia social e intervenciones en el momento preciso de generación de riqueza.
El empleo es el gran catalizador, empleo de calidad, la formación continua de trabajadores que incida en una igualdad básica de oportunidades, porque uno de los referentes morales del capitalismo es la promesa de prosperar.
El papel de las empresas es esencial en todo ello. Su transformación siguiendo la hoja de ruta de la agenda 2030 apunta hacia la digitalización y la sostenibilidad como motor de una nueva economía, creando empleos de calidad, con salarios dignos que permitan habitar la zona intermedia, algo que ahora mismo no está garantizado.
Pero estas pinceladas sobre el nuevo contrato social exigen más capas de complejidad al contemplar el escenario global en el que la desigualdad aumentará entre países como resultado de la pandemia. La pandemia ha acelerado una serie de cambios impensables antes de la pandemia: Los estímulos que han aplicado la UE o EEUU, o la tasa a las transacciones multinacionales.
