Finalizada su intervención, lanzó la pregunta: ¿Qué elementos debe incluir la renovación del contrato social? Las cuatro integrantes del siguiente panel dieron respuesta desde diferentes perspectivas.
Cristina Monge, investigadora del itdUPM, se centró en la importancia de ampliar el perímetro del contrato social: repensar cuál es su límite, quién está dentro y a quien deja fuera. Destacó que durante la pandemia nos dimos cuenta que somos vulnerables y que todos podemos quedar fuera del marco del contrato social. Por lo tanto, una de las prioridades es ampliar su perímetro para no dejar a nadie atrás.
Estibaliz Saez de Camara, directora de Sostenibilidad de la Universidad del País Vasco, examinó el contrato social desde el paradigma de la sostenibilidad. Recordó que el Secretario General de las Naciones Unidas hizo una petición de un nuevo contrato social alegando que el sistema político y económico mundial no estaba garantizando los bienes públicos globales fundamentales: salud, acción climática y desarrollo sostenible. A los que ella incluiría: la seguridad informática y la educación.
En su intervención Esperanza Caro, directora general de Desarrollo Sostenible, Financiación y Acción Exterior del Ayuntamiento de Sevilla, reflexionó acerca del pacto territorial. Remarcando que el nuevo contrato social debe dar respuestas a los problemas actuales teniendo en cuenta la situación ambiental y territorial de cada momento. Señaló que es necesario incorporar al contrato social el equilibrio territorial entre lo rural y lo urbano . Así todo el mundo será parte de la solución.
En su intervención Ángela Graus, miembro del Consejo Crítico de EDD, se enfocó en el pacto intergeneracional. En primer lugar recordó algunos de los temas que se trabajaron desde el Consejo Crítico: la educación, el acceso a la tecnología, vivienda y cambio climático. Mencionó la necesidad de una educación pública que se enfoque no solo en ganar conocimiento sino en desarrollar habilidades como la oratoria, la autogestión o la resolución de problemas. Reflexionó sobre la importancia de romper la brecha tecnológica que afecta especialmente a jóvenes sin recursos y personas mayores. Finalmente, añadió que la digitalización está causando el aislamiento de muchas personas.
Por último, Cristina Monge dió respuesta a la pregunta desde la perspectiva intersectorial y señaló que todas las intervenciones hasta el momento tienen en común al menos 3 características: apelan a desafíos globales, ya que las soluciones no se encuentran exclusivamente en lo local; dichos desafíos son complejos, los problemas de desigualdad tienen causas diversas y profundas; evidencian una sensación de incertidumbre y desprotección en occidente, como si los grandes parámetros que configuraban la forma de vida estuvieran cambiando y se desconociera cómo reaccionar de manera que surgen inseguridades, incertidumbres y problemáticas nuevas.
Estas cuestiones globales, complejas y que generan incertidumbre, no pueden ser abordadas en solitario por ninguno de los actores tradicionales del contrato social: administración pública, sector privado, actores sociales, el mundo del conocimiento, tecnología, universidades, entre otros. Para encontrar salidas a los retos actuales se necesita que cada actor dé lo mejor de sí mismos, pero trabajando en conjunto. Cada uno tendrá diferentes herramientas pero es importante que el diagnóstico sea compartido y para eso se requiere colaborar.