Por Alfredo Azábal, consultor; y Gregori Cascante, CEO de Ingeus (Miembros de la plataforma del Día Después)
La comunidad de Desigualdad y nuevo modelo económico del Día Después ha comenzado a trabajar el concepto de contrato social de la empresa como un elemento clave para refundar un modelo económico que, aunque basado en las reglas del mercado, sea capaz de construir una sociedad sostenible y preste una especial atención al cuidado de los bienes comunes.
La empresa es un actor de máxima relevancia en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Más allá de un planteamiento meramente ético o ideológico, la empresa se encuentra frente a una serie de circunstancias que le pueden impulsar a focalizar su estrategia y modelo de negocio hacia la sostenibilidad.
Algunos “disparadores” significativos que generan este enfoque y que la comunidad de Desigualdad ha comenzado a trabajar son:
- Los trabajadores
El necesario equilibrio en la asignación de los excedentes empresariales, con una mayor participación de los trabajadores en los mismos, debería ser, además del factor de equidad distributiva, un elemento destacado para la atracción y retención del talento.
Esta es una pieza clave de legitimidad del sistema. Invertir en equidad puede ser muy rentable.
- El mercado y la competencia
De una manera creciente, los clientes (domésticos o corporativos) incorporan el factor de la sostenibilidad como uno de los criterios básicos en sus decisiones de compra. Esta tendencia destaca muy especialmente entre las jóvenes generaciones.
Los líderes de cada sector económico están adoptando rápidamente ese enfoque y arrastran al resto de operadores en el mismo.
- Los inversores y financiadores
Cada vez es mayor la oferta de financiación preferente que existe para proyectos y entidades con un enfoque de sostenibilidad.
Asimismo, los fondos de inversión sostenibles o de impacto ocupan un peso relevante en el mercado. La presión de grandes planes de pensiones o de algunos fondos soberanos está influenciando de forma relevante en los criterios de inversión.
- Inversión pública y planes de reconstrucción
En el entorno post COVID-19, muchas de las ayudas otorgadas por el sector público van acompañadas de fuertes condicionantes de sostenibilidad de los receptores y de los proyectos asociados.
Uno de los focos de la financiación comunitaria de emergencia está puesta en el Green deal.
- La regulación
La normativa, tanto comunitaria como nacional, empieza a hacer necesaria la formalización, y su correspondiente acreditación, del compromiso hacia la sostenibilidad de la empresa así como su materialización en objetivos, planes e indicadores concretos. Las exigencias contenidas en la información no financiera son un ejemplo de esta tendencia.
Próximos pasos
La comunidad de Desigualdad organizará un ágora el próximo 9 de julio (pendiente de confirmación) en el que presentaremos este modelo de «contrato social de la empresa», su necesidad, su objetivo y sus principales componentes.
Este ágora también será el punto de partida para reflexionar sobre los disparadores más prioritarios y organizar encuentros posteriores de expertos y grupos de trabajo dentro de la comunidad.
3 julio 2020, 8:59 am
Vivimos en la paradoja de que por un lado tenemos la opción de incentivar el crecimiento de la economía mediante la productividad y el consumo de los bienes obtenidos, y por otro la certeza de que este sistema de crecimiento no se puede sostener medioambientalmente de forma sostenible. El hecho de prestar atención a una producción mas sostenible, la economía circular y otras medidas medioambientales como el reciclaje, van a permitir una disminución de los efectos de contaminación y el retraso del deterioro medioambiental pero ¿es esto suficiente?, ¿el hecho de extremar precauciones en el proceso productivo va garantizar un crecimiento sostenible o solo va a aplazar sus consecuencias?
¿La formula de reparto de trabajo mediante una reducción de jornada y la incorporación de nuevos trabajadores no ayudaría a conseguir el objetivo 8 de la agenda 2030?
¿Si no es así, como conjugar el objetivo de pleno empleo con el actual modelo de generación de empleo basado en la productividad y consumo que según se esta confirmando parece insostenible?
¿Por qué no aprovechar esta coyuntura y las ayudas a la economía para apoyar propuestas de reducción de jornada aparejadas al incremento de puestos de trabajo?
¿O al menos realizar talleres experimentales de jornadas de 6 horas con incremento de los puestos de trabajo en empresas o departamentos de empresas?
¿No creen que estas medidas reducirían también el número de personas que se ven abocadas a la renta básica?