Un diálogo sobre el nuevo contrato social

El viernes 18 de octubre, la segunda jornada de los III Diálogos para el Día Después en Soria inició con una conversación entre Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social, Eloísa del Pino, presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y Suni Bokobo, directora de comunicación de DemosLab.

Los tres protagonizaron una reflexión sobre la necesidad de construir un nuevo contrato social que responda a los desafíos contemporáneos de nuestra sociedad. Con la escucha activa como punto de partida, los tres exploraron los valores y compromisos esenciales para crear una sociedad más justa y cohesionada.

Suni Bokobo abrió la conversación recuperando una metáfora del propio Antón Costas que propone que el contrato social actúa como el “pegamento” que permite la armonía en una sociedad diversa.

Además también destacó que “para que el diálogo funcione, debemos reconocer el valor de la persona que habla, escuchando de manera activa», haciendo hincapié en la importancia de crear espacios inclusivos en los que todas las voces tengan un lugar, especialmente aquellas que a menudo quedan fuera de las conversaciones centrales.

Por su parte, Antón Costas continuó realizando un repaso de la evolución histórica del contrato social, recordando cómo los pactos alcanzados en el siglo XX permitieron durante mucho tiempo armonizar los principios de una economía de mercado con una sociedad democrática y equitativa. Costas destacó el ejemplo del New Deal de Roosevelt y los Pactos de la Moncloa en España, acuerdos que impulsaron un estado de bienestar con pilares como la educación y la sanidad universal, el seguro de desempleo y las pensiones. Sin embargo, subrayó que en el caso español estos acuerdos se han debilitado desde la crisis de 2008, y es necesario rediseñar un contrato social que responda a los nuevos retos y necesidades de nuestra sociedad.

Durante su intervención, Eloísa del Pino destacó que las democracias son sistemas resistentes, capaces de cambiar gobiernos cuando fallan, lo que las hace robustas ante ineficacias. Sin embargo, problemas persistentes como la desigualdad y la pobreza pueden debilitarlas, apuntó. A pesar de que el estado de bienestar ha sido eficaz en reducir la pobreza y la desigualdad, Del Pino alertó que necesita reformas profundas para adaptarse a una sociedad más diversa y digitalizada enfatizando que “el contrato social deja de servir si no lo actualizamos para reflejar las realidades actuales”. En España, los niveles de pobreza y desigualdad son más altos que en otros países de la UE, lo que evidencia la necesidad de actualizar el contrato social para responder a estos desafíos emergentes, incluyendo factores como raza, género y diversidad sexual, además del económico.

Tras estas reflexiones iniciales se planteó cómo renovar el contrato social de manera efectiva. En este contexto, se recuperó una reflexión que inició Cristina Monge en la mesa de apertura del día anterior y se retomó la pregunta de ¿Cuánta desigualdad pueden soportar las democracias?. Al hilo de esto, Costas destacó que una sociedad puede tolerar desigualdad si sus miembros creen que, con esfuerzo, tendrán oportunidades de progreso. Sin embargo, cuando la desigualdad es alta y se percibe falta de oportunidades, aumenta el riesgo de que surjan tendencias autoritarias. Para el experto, el nuevo contrato social debería centrarse en ofrecer empleos dignos y accesibles para todos, ya que el trabajo es esencial para el desarrollo personal, social y económico. La garantía de empleo digno se presentó así como un pilar de este contrato renovado.

“Para que el diálogo funcione, debemos reconocer el valor de la persona que habla, escuchando de manera activa»

– Antón Costas

Eloisa del Pino complementó esta idea exponiendo que el nuevo contrato social debe enfocarse en crear empleos de calidad, no cualquier empleo sirve para garantizar la dignidad de las personas sino que el foco debe estar puesto en la calidad. Remarcó también que los sistemas de protección social basados en alto gasto público se están agotando en una sociedad que no aguanta más presión fiscal, y sugirió que es esencial complementarlos con políticas predistributivas que prevengan desigualdades desde el origen, tratando de asegurar la igualdad de condiciones desde el nacimiento.

Por su parte, Suni Bokobo colocó el contrapunto a esta reflexión señalando  que no solo el trabajo que ocurre en las estructuras del mercado laboral aporta cohesión social, y remarcó el valor del trabajo comunitario. Enfatizó que las redes comunitarias, aunque no remuneradas, son esenciales para un sistema de bienestar inclusivo y sostenible. “¿Podemos imaginar una sociedad donde estas redes tengan un papel central?”, se preguntó Bokobo, sugiriendo que el trabajo comunitario debe tener mayor reconocimiento en la construcción de un contrato social verdaderamente inclusivo.

Finalmente, la mesa abordó el papel de la sociedad civil, destacando que para un nuevo contrato social es crucial fomentar una ciudadanía activa, aunque esta por sí sola no debe ser el eje de todos los sistemas de protección social. Para Costas, el papel de la sociedad civil debe caracterizarse por tres rasgos fundamentales: garantizar que la ciudadanía pueda llevar una vida plena a través del trabajo, fomentar una economía que potencie las capacidades individuales y cultivar la lealtad hacia las instituciones. Además, es esencial proporcionar seguridad a todas las personas que lo necesiten como parte del contrato social, diseñando nuevos acuerdos que garanticen no solo la prosperidad, sino dignidad y oportunidades para todas las personas.

Un diálogo sobre el nuevo contrato social

El viernes 18 de octubre, la segunda jornada de los III Diálogos para el Día Después en Soria inició con una conversación entre Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social, Eloísa del Pino, presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y Suni Bokobo, directora de comunicación de DemosLab. Los tres protagonizaron una reflexión sobre la necesidad de construir un nuevo contrato social que responda a los desafíos contemporáneos de nuestra sociedad. Con la escucha activa como punto de partida, los tres exploraron los valores y compromisos esenciales para crear una sociedad más justa y cohesionada.

Suni Bokobo abrió la conversación recuperando una metáfora del propio Antón Costas que propone que el contrato social actúa como el “pegamento” que permite la armonía en una sociedad diversa. Además también destacó que “para que el diálogo funcione, debemos reconocer el valor de la persona que habla, escuchando de manera activa», haciendo hincapié en la importancia de crear espacios inclusivos en los que todas las voces tengan un lugar, especialmente aquellas que a menudo quedan fuera de las conversaciones centrales.

Por su parte, Antón Costas continuó realizando un repaso de la evolución histórica del contrato social, recordando cómo los pactos alcanzados en el siglo XX permitieron durante mucho tiempo armonizar los principios de una economía de mercado con una sociedad democrática y equitativa. Costas destacó el ejemplo del New Deal de Roosevelt y los Pactos de la Moncloa en España, acuerdos que impulsaron un estado de bienestar con pilares como la educación y la sanidad universal, el seguro de desempleo y las pensiones. Sin embargo, subrayó que en el caso español estos acuerdos se han debilitado desde la crisis de 2008, y es necesario rediseñar un contrato social que responda a los nuevos retos y necesidades de nuestra sociedad.

Durante su intervención, Eloísa del Pino destacó que las democracias son sistemas resistentes, capaces de cambiar gobiernos cuando fallan, lo que las hace robustas ante ineficacias. Sin embargo, problemas persistentes como la desigualdad y la pobreza pueden debilitarlas, apuntó. A pesar de que el estado de bienestar ha sido eficaz en reducir la pobreza y la desigualdad, Del Pino alertó que necesita reformas profundas para adaptarse a una sociedad más diversa y digitalizada enfatizando que “el contrato social deja de servir si no lo actualizamos para reflejar las realidades actuales”. En España, los niveles de pobreza y desigualdad son más altos que en otros países de la UE, lo que evidencia la necesidad de actualizar el contrato social para responder a estos desafíos emergentes, incluyendo factores como raza, género y diversidad sexual, además del económico.

Tras estas reflexiones iniciales se planteó cómo renovar el contrato social de manera efectiva. En este contexto, se recuperó una reflexión que inició Cristina Monge en la mesa de apertura del día anterior y se retomó la pregunta de ¿Cuánta desigualdad pueden soportar las democracias?. Al hilo de esto, Costas destacó que una sociedad puede tolerar desigualdad si sus miembros creen que, con esfuerzo, tendrán oportunidades de progreso. Sin embargo, cuando la desigualdad es alta y se percibe falta de oportunidades, aumenta el riesgo de que surjan tendencias autoritarias. Para el experto, el nuevo contrato social debería centrarse en ofrecer empleos dignos y accesibles para todos, ya que el trabajo es esencial para el desarrollo personal, social y económico. La garantía de empleo digno se presentó así como un pilar de este contrato renovado.

“Para que el diálogo funcione, debemos reconocer el valor de la persona que habla, escuchando de manera activa»

– Antón Costas

Eloisa del Pino complementó esta idea exponiendo que el nuevo contrato social debe enfocarse en crear empleos de calidad, no cualquier empleo sirve para garantizar la dignidad de las personas sino que el foco debe estar puesto en la calidad. Remarcó también que los sistemas de protección social basados en alto gasto público se están agotando en una sociedad que no aguanta más presión fiscal, y sugirió que es esencial complementarlos con políticas predistributivas que prevengan desigualdades desde el origen, tratando de asegurar la igualdad de condiciones desde el nacimiento.

Por su parte, Suni Bokobo colocó el contrapunto a esta reflexión señalando  que no solo el trabajo que ocurre en las estructuras del mercado laboral aporta cohesión social, y remarcó el valor del trabajo comunitario. Enfatizó que las redes comunitarias, aunque no remuneradas, son esenciales para un sistema de bienestar inclusivo y sostenible. “¿Podemos imaginar una sociedad donde estas redes tengan un papel central?”, se preguntó Bokobo, sugiriendo que el trabajo comunitario debe tener mayor reconocimiento en la construcción de un contrato social verdaderamente inclusivo.

Finalmente, la mesa abordó el papel de la sociedad civil, destacando que para un nuevo contrato social es crucial fomentar una ciudadanía activa, aunque esta por sí sola no debe ser el eje de todos los sistemas de protección social. Para Costas, el papel de la sociedad civil debe caracterizarse por tres rasgos fundamentales: garantizar que la ciudadanía pueda llevar una vida plena a través del trabajo, fomentar una economía que potencie las capacidades individuales y cultivar la lealtad hacia las instituciones. Además, es esencial proporcionar seguridad a todas las personas que lo necesiten como parte del contrato social, diseñando nuevos acuerdos que garanticen no solo la prosperidad, sino dignidad y oportunidades para todas las personas.