Suni Bokobo abrió la conversación recuperando una metáfora del propio Antón Costas que propone que el contrato social actúa como el “pegamento” que permite la armonía en una sociedad diversa. Además también destacó que “para que el diálogo funcione, debemos reconocer el valor de la persona que habla, escuchando de manera activa», haciendo hincapié en la importancia de crear espacios inclusivos en los que todas las voces tengan un lugar, especialmente aquellas que a menudo quedan fuera de las conversaciones centrales.
Por su parte, Antón Costas continuó realizando un repaso de la evolución histórica del contrato social, recordando cómo los pactos alcanzados en el siglo XX permitieron durante mucho tiempo armonizar los principios de una economía de mercado con una sociedad democrática y equitativa. Costas destacó el ejemplo del New Deal de Roosevelt y los Pactos de la Moncloa en España, acuerdos que impulsaron un estado de bienestar con pilares como la educación y la sanidad universal, el seguro de desempleo y las pensiones. Sin embargo, subrayó que en el caso español estos acuerdos se han debilitado desde la crisis de 2008, y es necesario rediseñar un contrato social que responda a los nuevos retos y necesidades de nuestra sociedad.
Durante su intervención, Eloísa del Pino destacó que las democracias son sistemas resistentes, capaces de cambiar gobiernos cuando fallan, lo que las hace robustas ante ineficacias. Sin embargo, problemas persistentes como la desigualdad y la pobreza pueden debilitarlas, apuntó. A pesar de que el estado de bienestar ha sido eficaz en reducir la pobreza y la desigualdad, Del Pino alertó que necesita reformas profundas para adaptarse a una sociedad más diversa y digitalizada enfatizando que “el contrato social deja de servir si no lo actualizamos para reflejar las realidades actuales”. En España, los niveles de pobreza y desigualdad son más altos que en otros países de la UE, lo que evidencia la necesidad de actualizar el contrato social para responder a estos desafíos emergentes, incluyendo factores como raza, género y diversidad sexual, además del económico.
Tras estas reflexiones iniciales se planteó cómo renovar el contrato social de manera efectiva. En este contexto, se recuperó una reflexión que inició Cristina Monge en la mesa de apertura del día anterior y se retomó la pregunta de “¿Cuánta desigualdad pueden soportar las democracias?”. Al hilo de esto, Costas destacó que una sociedad puede tolerar desigualdad si sus miembros creen que, con esfuerzo, tendrán oportunidades de progreso. Sin embargo, cuando la desigualdad es alta y se percibe falta de oportunidades, aumenta el riesgo de que surjan tendencias autoritarias. Para el experto, el nuevo contrato social debería centrarse en ofrecer empleos dignos y accesibles para todos, ya que el trabajo es esencial para el desarrollo personal, social y económico. La garantía de empleo digno se presentó así como un pilar de este contrato renovado.